jueves, 13 de febrero de 2020

A Susana, mi hermana



Quizá no lo recuerdes, pero, de niño, me abrazabas para consolarme si lloraba por las burlas (carrilla) que me hacían los demás.
En la calle por tu gracia, guapura y carisma me gritaban "¡cuñao, cuñao!" todo el tiempo.
Tomaste clases de karate y con tantas patadas que me diste como entrenamiento, que entre risas lo hacías (y yo también), sin tú saberlo me diste un ejemplo de tomar con gusto un deporte.

Lo que nunca olvidaré tampoco...
Que parecías la chalupa remando en la canoa por el río; sólo faltaba que dicha canoa estuviera llena de variadas y coloridas flores, pero no era dificil imaginarlas.
Que me sentí profundamente agradecido porque me llevaste contigo de vacaciones a La Paz, y aunque me resfrié en Mazatlán previo a tomar el ferry, la pasé muy bien (excepto la gran mareada que me di) y hasta nació un cuento que escribí llamado "Una sirena en el barco". Tendríamos, tú 20 y yo 13 años en aquel entonces.
Que nos regalaste la emoción indescriptible de ser tíos por primera vez a mis hermanos y a mí; yo apenas podía creerlo.
Que bailabas mambo con don Héctor en la secundaria y en las fiestas y aumentaban la algarabía.
Que siempre estabas abrazándola y dándole besos a nuestra madre, y yo deseaba ser tan expresivo como tú.
Y entre otras tantas cosas... que desde pequeño, cada vez que escuchaba un canción llamada "Un Madrigal", en mi mente eras tú el personaje mencionado:

  ♫ "Qué bonito es el sol de mañana, al regreso de la capital...
ay, qué linda se ve "mi Susana" cuando va corriendo por entre el trigal" ♫ ♪ ♫.