viernes, 9 de diciembre de 2016

De la Luna




Todos hablan de la luna
que se ha lucido esplendorosa
pero nadie mencionó
que fuera de queso su consistencia,
¿será porque eso es imposible?
y hasta un chico como yo lo sabe,
pues entonces los planetas, como ratones,
llegarían voraces a devorarla...

No quiero que eso suceda jamás... mi luna...

!Gracias por ahuyentar las sombras!
Mi linterna y faro en la oscuridad
hoy todos hablan de ti,
de tus manchas como pintadas con crayón,
pero nadie señaló al conejo que se advierte
entre tus tiznes.

Y, yo que esperaba verle saltar, pero que bueno
que se contiene; que no deseo te haga rotar,
más podría asegurar, que le ví agitar las orejas
cuando te vi luna mía, con detenimiento.

Hoy dormiré bajo la paz de tu resplandor,
por favor cobíjame desde el firmamento.



viernes, 16 de septiembre de 2016

Mary Libélulas (cuento infantil corto)


Capítulo 1 


Mi lugar favorito del mundo






La pequeña María abrió los soñolientos ojos, echó un vistazo hacia la ventana, la cual tenía la cortina entreabierta y alcanzó a ver el lucero del alba. “Ya hay cierta claridad allá afuera” ─pensó.


Sonriente y aún en su sopor se dió la media vuelta en la calidez de su cama, y sin quererlo se durmió nuevamente cuando únicamente tuvo la intención de cerrar los ojos para meditar en las cosas que haría durante el transcurso del día.

Un trinar sin fin de diversas aves la despertaron. Ella sorprendida por haberse quedado dormida, salió corriendo a ver el campo. Un vallado de madera enorme delimitaba su casa de una llanura tan vasta y tan verde que se le antojó una alfombra fresca con el verdor de la hierba que en esa primavera había brotado por doquier, pero una vez sobre ella, la humedad que dejaba el rocío la disuadía de acostarse a tomar los rayos del sol. 

─ ¡No importa que hayas amanecido mojado el día de hoy, mi hermoso valle! En pocas horas estará seca la hierba, y pronto, sé que me mostrarás tu faz más alegre; ¡eres mi lugar favorito del mundo! ─exclamó.


La señora Andrea es una buena mujer, estoy segura de que me quiere mucho ─pensó Mary, que es como le gusta que la llamen, en vez de María, cuando recuerda el consejo de la señora, de no alejarse demasiado y que no se demorara en su paseo matutino pues el desayuno muy pronto estaría servido y no podrían ni querrían empezar sin ella.

Mary nunca se aburre, siempre se las ingenia para entretenerse con cualquier cosa. Cuando regresa de la llanura gusta de leer un cuento recostada sobre una manta bajo uno de los ciruelos, y en ocasiones observa las ramas, que si ve una ciruela madura que no esté muy alta, sube un poco por el tronco, luego sacude ligeramente la rama que la sostiene y consigue tumbarla. Es inteligente, pues sabe que si mueve la rama con mucha fuerza, tiraría también las frutas que todavía no maduran.

A veces repite las mismas actividades, aunque no siempre en el mismo orden, otras veces pide a su papá, el señor Anselmo, que la lleve a ver el río Humaya ─pues jamás lo hace sola─, y allá chapotean un poco cuando el nivel del agua es bajo y sólo le llega a ella hasta la altura del ombligo.

Esta vez, Mary se ha ido trotando, adentrándose en la pradera, y justo al pasar la maleza alta, nota que han surgido ya las florecillas aster de unas plantas que ella misma sembrara meses atrás. Unas son blancas y las otras de un violeta azulado. Mary, feliz, se siente tentada en arrancar un puñado, pero mejor las deja, pensando en que ahí donde están van a perdurar para deleite de sus ojos, de las mariposas y abejorros que gusten libar sobre ellas.

Y, sobre sus flores, revolotean de un lado a otro las libélulas. Las hay rojas, moradas, rosas, amarillas y azules. De sus colas a veces las toma con sutileza, las observa, les habla viéndolas a los ojos, les pregunta sobre como les va en su día; luego se imagina una variedad de respuestas y, finalmente las libera para verlas volar de nuevo.

Ella adora todo lo que sea multicolor, sea natural o artificial, como pueden ser las luces de los arbolitos navideños, que cuando ponen uno en navidad, gusta de apagar las luces para verlas brillar en la oscuridad; no le agrada que sean de un mismo color.

Cuando descubre un arcoíris en el cielo, siempre admira lo variopinto que es y se pone a nombrar sus colores. Mary está convencida de que cada color le dará un significado especial a su vida, a su porvenir; por éste motivo ha encontrado especial gusto por las libélulas, que no le huyen, que son tan mansas, delicadas e indefensas, que sentarse en la hierba a observarlas es como cruzar el umbral que la transporta al mundo de sus insectos favoritos de cuatro alas, que van y vienen desde el río hasta el campo y, se imagina de pronto que se convierte en una de ellas y que emprende el vuelo junto a la compañía más especial que jamás nadie haya descubierto antes. 

Hay veces que de noche desea que sus amigas libélulas se fueran a dormir hasta lo más alto del cielo para que se conviertan en estrellas y de este modo sus luces puedan titilar en varios colores.






Capítulo 2



Mi Amiga Julia







Julia, ése es el nombre de la mejor amiga de Mary, y le gusta recordar la manera en que se hicieron amigas, ya que a raíz de un par de sucesos extraordinarios surgiría una especial amistad y luego se reforzaría. 

Fue un sábado por la mañana de un mes de junio, justo antes del mediodía, Mary, junto a su papá caminaban sin prisas por una calle ancha y larga de tierra. Se dirigían a su casa, pero en eso la pequeña notó que una niña corría con urgencia y de una forma extraña de un lugar a otro, ya fuera desde la sombra de un árbol de pingüica hacia la puerta techada de una casa pero sin entrar a ella y, de ahí, pocos segundos después salía disparada hacia la esquina de una tienda miscelánea; de pronto corría en zigzag o de pronto, como rayo, en línea recta atravesando la calle cada vez. 


─Papá, creo conocer a esa niña. Tiene poco tiempo de haber entrado a mi escuela y va en mi grupo; ella llegó de una ciudad del sur del país. Pero no entiendo que le pasa, pues le veo cara de angustia.

─Yo si sé lo que le pasa. Pero, ¿por qué no vas con ella y se lo preguntas? Si van en la misma aula creo que bien podrían ser amigas. Yo iré caminando tras de ustedes para no intimidarla. 

─ ¡Qué raro se comporta! Sigue tomando pausas bajo las sombras… ¡ah! pero está descalza. Ahora creo saber que le sucede. ¡Iré tras ella! ─dijo Mary en tono enérgico.


Su padre, don Anselmo Peraza, la siguió de cerca, con mucha curiosidad por ver como abordaría su hija a aquella niña descalza. Ocurrió muy pronto que su hija María le dio alcance a aquella chiquilla corredora y las vio refugiarse bajo las breves sombras de un álamo. 


─ ¡Hola! Tú eres Julia, te conozco. ¿Me recuerdas? Vamos en el mismo salón de clases.

─Ah, creo haberte visto, pero aún no me fijo bien en las caras de los compañeros ─dijo tímidamente.

─Mi nombre es María ─tendió Mary su mano a la niña y ella le respondió de la misma manera a la vez que intercambiaron una leve sonrisa. ─ ¿Corres así porque hace mucho calor?

─Pues sí, porque me vine a la tienda descalza y olvidé que la tierra se calienta como si fuera un comal sobre el fuego… es un comal ardiente. Y, el aire parece el aliento del mismísimo sol. Y, a esta hora me ordenaron venir a comprar tortillas para la comida del día.

─ ¡Ah, pero es verdad! No había pensado en eso… es que yo siempre ando calzada. Pero, Julia, en casa tengo unos zapatos que puedo regalarte, estoy segura que tenemos la misma medida, y yo tengo varios pares. Si te regalo un par no creo que mi papá lo note.

─No, gracias ─dijo con seriedad, enjugándose con un par de dedos los chorros de sudor que le escurrían por la frente.

─ ¿Vives muy cerca de aquí? ─Julia sin decir una palabra, solamente levantó un dedo índice para señalar la dirección por donde saliera minutos antes. ─Entonces saliste por el caminito de los álamos altos y, quiere decir que vivimos muy cerca la una de la otra.

─Hay más sauces que álamos donde vivo. Estamos muy cerca del río ─dijo Julia y sonrió mientras agitaba una mano para echarse aire en el rostro ligeramente rojo.

─Bueno, luego podría visitarte y te llevo los zapatos, para que no andes pisando la tierra tan caliente. 

─ ¡No, quédatelos, que tú los puedes necesitar después! ─dijo Julia y pegó la carrera una vez más tras alegar que se le hacía tarde.


Pero, ese sólo fue el inicio de como Mary tuvo el primer acercamiento con la que sería su mejor amiga. La segunda ocasión se encontraron por la misma calle y Mary advirtió que Julia seguía descalza. Habían iniciado las vacaciones de verano y aunque conversaron un poco menos que la primera vez, Mary le dijo que serían meses en que el calor se iba a intensificar, y que el “comal” la haría correr mucho más rápido e insistió de nuevo:


─Pero en casa hay un par de zapatos que puedo regalarte, cuando gustes ir por ellos ─reiteró.

─No. Mis padres me comprarán un par antes de volver a la escuela. ¡Adiós Mary! ─manifestó y arrancó de nuevo a la carrera como si recordara la urgencia de su encargo.


A Mary le agradaba aquella niña, y estaba empecinada en simplemente lograr que le aceptara el calzado que le ofrecía. Pronto aprendió que invariablemente Julia pasaba a la misma hora por aquella calle, de modo que quiso cambiar de estrategia para convencerla de aceptar el obsequio, que bien pudo habérselo llevado, pero quería que la misma Julia fuera hasta su casa para que eligiera el par que más le gustase. Así que la tercera vez que la vio salir por el camino de los álamos fingió que se encontraba con ella por casualidad, cuando julia sorprendida le dijo:

─ ¡Hola Mary! Pero…. ahora, ¿por qué tú también andas descalza?

─ ¡Ouch, hola Julia, que se me queman los pies! Apenas lo soporto… pero así andaré de ahora en adelante por solidaridad contigo. 

─No entiendo que quieres decir, pero no es bueno que andes así. ¡Mira, tus pies blancos ahora se ven colorados! ─exclamó Julia verdaderamente sorprendida.

─Ni modo, me aguanto lo caliente de la tierra. Oye, podríamos ser muy buenas amigas ahora que estemos de vuelta en la escuela. Aunque creo que descalzas no nos van a dejar tomar las clases.

─ Y… ¿todavía tienes los zapatos que me querías regalar? ─preguntó sonriente.


Ya no hubo razón para que anduvieran descalzas. Julia aceptó visitar la casa de Mary, eligió un par de relucientes zapatos semi nuevos que le parecieron hermosos y los usó con enorme gusto. Agradecía el regalo a su amiga cada vez que coincidían en la calle.

Al transcurso de un mes ya eran muy buenas compañeras y confidentes. Eventualmente se visitaban la una a la otra a sus respectivas casas. Y, fue en una de esas visitas en que Mary se encaminó a casa de su amiga, pero la madre de ésta señaló que la traviesa de Julia andaba seguramente por el rumbo de los sauces, muy cerca del río. Mary sin perder tiempo corrió a buscarla. Al cabo de varios minutos de no verla, decidió gritar el nombre de su amiga:

─ !Juliaaaa! ¿Julia, dónde andas? ─gritó, sin obtener respuesta, se giró y quedó de frente a un perro con mirada roja y de apariencia enfermiza; le salía espuma por el hocico y babeaba tanto que aquello le pareció realmente anormal. Se quedó paralizada del miedo al no saber que hacer y...


¿Te ha gustado el adelanto?  Son nueve capítulos.

Te comparto el enlace del trailer del E-book:

https://www.youtube.com/watch?v=mSnCFItnS04

¡Gracias por tu visita y por compartirlo!



martes, 13 de septiembre de 2016

Seres de Luz





Aquel día que se fue Esperanza, perdió con ella también a Luz.
Soledad fue recurrente, quería quedarse a vivir con él;
le dijo que fuera y viniera.
De pronto, preferió a Dolores, pero tampoco la soportó.

Ahí estaban Jazmín y Rosa, tan bellas como coquetas, desde un jardín ufano.
Margarita no le era indiferente, pero optó por agazaparse tras la ventana,
siempre oyendo los consejos de Alma, gracias a Refugio quien se la señaló.

Buscó nuevamente a Esperanza y le puso Amparo por segundo nombre.
Le imploró que fuera su amiga para siempre.

Con ella recorrió mil sitios, entre lo mundano y lo espiritual, hasta que un buen día...
de pronto, logró ver diminutos destellos.
Victoria estaba de pie esperándolo; lo congratuló por llegar hasta ahí y,  de improviso...
Milagros abrió la puerta.
Fue una ceguera momentánea. El umbral resplandeció, en una inconmesurable felicidad.

¡Ahí estaba ella de nuevo! Su siempre sonriente Luz...
¡Lo ciñó con sus brazos! ¡La envolvió en los suyos!
Iluminó su ser con su tenue luz violeta.
El universo celebró con lluvia y relámpagos
después sonrió con un sublime arcoíris, pues ellos...
en un perpetuo beso, se fundieron.





jueves, 1 de septiembre de 2016

Juan Gabriel: Un Legado para el Corazón



Me ocurrió en 1978, oír cantar a Rocío Durcal "No lastimes más", autoría de J.G. tenía cierto impacto y encanto en mi... yo en edad de kinder, ¿cómo podía ser posible? Y la letra, y la melodía parecían tocarme el alma como si ya hubiera vivido lo que en ella se narraba, o quizás como un presagio de algo por venir. Para entonces, el llamado Divo de Juárez apenas tenía siete años de carrera artística, pocos pero muy fructíferos.

En 1980, yo de niño y lloriquear por oír en radio "He venido a perdirte perdón" era extraño. Una letra conmovedora, que no tenía por que identificarme con ella, pero imaginaba el sentimiento del autor para escribir y cantar aquello tan emotivo, que el estribillo se me quedaría para siempre.  ¡Y qué bonito sonaba "No me arrepiento de nada" en la voz de Estela Núñez!, con esos cambios melódicos, dignos de una mente con gran genio musical.

En 1984, odié una camisa roja que me regalaron, que la llevé a la primaria, y la carrilla fue terrible, me decían que era igualita a la de él, y que les cantara "Querida", la de su video donde él aparece con su famosa camisa roja... yo, "trágame tierra". No me la volví a poner jamás. En el fondo la canción me parecía hermosamente creativa, pues era tan "musiquero" que no podía ignorar el sentimiento tan certeramente impreso en esa canción. Al año siguiente que boom resultó el dueto con la señora Durcal, "Déjame vivir", todo mundo la coreaba, y pocos podían imitar a lengua suelta el: "¿No tienes nada, nada, nada, nada, nada?

En 1994, mi primer regalo "amoroso" y porque ella así lo solicitó fue el album "Gracias por esperar"... totalmente significativo para mi, romántico para ella, llegador con sus letras, pero... en pocos meses elegí cantar en un concurso la canción: "No me vuelvo a enamorar", para intentar sacar la profunda tristeza y desilusión que me embargaba. El primer amor se resistía a desvanecerse, pero las canciones me servirían de desahogo.

Por el 2000 y por varios años, canté en las ferias (teatros del pueblo) canciones de varios artistas, y claro que algunas de él, como el tema: "No tengo dinero", pero al parecer no me daba buena suerte, ya que la señora que me invitaba no me pagaba cada vez que incluía esa canción en el repertorio, y al término de mi "mini-show" argumentaba: "Sabes Héctor, ésta vez no te voy a pagar porque yo tampoco tengo dinero" ─reía ella─ y yo: "No se preocupe, que lo hago por gusto y no por dinero", pero deseando que para la próxima sí me pagara.

Lucy y yo, en los últimos dos años, mientras vamos en auto de una ciudad a otra, a veces cantamos sobre el audio de "Los Dúo, y Los Dúo 2" (sus últimos dos discos)... Es bonito ir cantando con alegría y volver aún más grato el recorrido. Y yo que me saboreaba ya "Los Dúo 3" para, posiblemente fines de año.

¡Un legado para el corazón de quien hizo derroche de su vasta inspiración!
Qué en Paz descanse Alberto Aguilera Valadez... Juan Gabriel no, el artista nunca morirá.




lunes, 15 de agosto de 2016

Amiga Luna



Te he visto mirándome con detenimiento
con luces que te rodean por doquier
tú les hablas, no responden y entristeces,
eres reyna entre ellas pero sólo yo lo sé,
las luciérnagas silentes fueron hechas para ti.

Me llamas, pero el eco de mi respuesta
se pierde en la infinita negrura del espacio.
Brotan lágrimas tibias, plateadas,
crees estar en soledad.
Hay tanto que se mueve a tu alrededor
hay tanto al alcance de tus manos,
si tan solo pudieras escuchar mi consejo
advertirías la belleza que te niegas a ver,
una refulgencia renacería en tu mirada.

Pasas horas contemplando estrellas
pides deseos que quisieras cumplir
titilan ellas y  crees que te dan respuesta
sonidos que ni yo alcancé a percibir,
pero seré hoy el intérprete de sus destellos:
"Han dicho que vayas y actúes por tus sueños,
únicamente de ti depende que se vuelvan realidad".
¡Oh, pero olvidé que mi voz no puedes escuchar!

No quisiera estar nunca en menguante
porque es cuando tus ojos reflejan más dolor,
pero al volverme gibosa se merman tus penas
y cuando me ves llena pareces querer sonreír,
atrévete a hacerlo, permítete ser feliz.

Concédeme tú a mi la dicha de ver tu otra faz
que cuando ese instante llegue, tu mente se expanda
y te des cuente que aún en menguante
te estoy sonriendo y radiando mi luz,
qué te des cuenta que eres única,
qué así como yo entre millones de estrellas
resulto ser única para ti,
entre una vasta pradera de preciosos crisantemos
tu belleza de flor solitaria es singular para mi.




jueves, 23 de junio de 2016

La Invitación



─ ¿Qué haces aquí, muchacho tímido pero inquieto y de mirada soñadora?


─El destino me trajo hasta aquí; sólo sé que vine para descubrir mi vida,
 aún no lo sé, quizas sea junto a la suya.

─He de mostrar mi agrado y aceptación a quien me aborda con gentileza,
pero hazme el favor de hablarme de tú.

─Es que, veo en su rostro el peso de la experiencia y la sabiduría, y se lo digo
con honestidad y admiración, pues desde hace ya tiempo que quería conocerle.

─Yo, podría abrazarte con tal fuerza y calidez que no querrás soltarme nunca.
Así que tú decides si solo estas aquí por curiosidad, por visitarme o porque
eres tierno pero a la vez decidido; porque necesitaré que seas pertinaz pero
también muy afectuoso.  ¡Estás invitado si estás dispuesto!

─ ¡Gracias por el ofrecimiento! He de valorar cada una de sus atenciones, he de
considerar seriamente su propuesta pues, adicional a sus palabras, luce usted
un atractivo muy especial y me es imposibe el ser indiferente a lo que veo. 

─Tengo mucho por mostrarte, hasta podrías nutrirte de mis conocimientos,
podrías dejar tus huellas en mi. Te dejaría llegar hasta donde tú te lo propongas,
solamente dame tu paz e intégrate a mi vida,
dame lo mejor de tu corazón y no te niegues a la seducción.
Dame lo mejor de ti, que cuando avances por mis caminos y con tal fuerza,
consigas que incluso me enorgullezca de ti... y por favor, háblame de tú.

─ ¡Nuevamente gracias!, entonces... quiero quedarme a tu lado.
para soñar y a la vez luchar por mi mañana,
¡Gracias por ser como eres, que pese a tus más de 25 lustros
siempre estás llena de encantos, querida Tijuana!


J. Héctor Buelna M.


Frases y Palabras Tijuanenses

Parte 1  (31-Marzo-2016)




Como le decía a un amigo, que cuando llegué a vivir a Tijuana tuve que aprender un nuevo lenguaje, un tanto callejero, por lo menos el que se usaba entre algunos jóvenes a finales de los ochentas, la cosa era algo así:

Mi carro está yonkiado, mejor agarra la burra o la calafia, te vas a las 5 y 10 y te bajas en el suami (swap meet), te compras unos vans y una suera y te espero en el borlo (o borno) mañana... ábrete, dame quebrada, que me voy a tomar una soda a falta de una birria... y no olvides ir al pary, me cae que allá vas a agarrar una jaina y te la vas a pasar bien curada.

Modismos así, fluían entre otras frases y palabras más que fueron parte de mi choque cultural al provenir yo de Sinaloa y llegar a Tijuana justo a la edad de entrar al bachillerato.

Claro que tuve que aprender todos los modismos tijuanenses, porque yo estaba: ¿qué? ¡qué alguien me explique cada cosa!



Parte 2  (20-Abril-2016)




Más sobre el lenguaje que tuve que aprender y entender al llegar a vivir a Tijuana en 1988, aunque aclaro que no era mi lenguaje, si acaso adopté unas cuantas palabras. Para mi fue como un choque cultural al que me tuve que adaptar lo más pronto posible.

Era 1989, estaba con José Luis, un compañero de aula, a la salida del Cobach, esperando taxi (una guayina café con blanco) o alguna calafia, y se generó una conversación parecida a ésta, una que él comenzó:

─¡Hey sacatón, caele pacá! ¿Ya la hiciste tu jaina, a la werita por la que no entraste a la última clase? O si no te apuras, te voy a tumbar la cura y me vas a tener que wachar como le llego yo.  Ah, y al Neto también le gusta esa morrita, y es bien chacal ese bato, eh!  Tienes competencia y no te estoy cabuleando.

─No, a ella no le gustan así tan... "tripeados" como dices tú. Le gustan más así como "trolos", algo fashion (ya había adoptado algunas palabras para entonces).

─ ¿Sincho? Y tú tan cremoso, jajaja, oye... pos aguas porque ese bato trae una picap bien shaka y un día de estos se la va a llevar a tripear a la Baby Rock y tú ni a baica llegas para llevarla a los burritos del Bol Corona, jajaja.

─Si así fuera, ya será decisión de ella con quien desea andar ─respondí ya fastidiado con sus risitas.

─Bueno, luego no te agüites si él la agarra de acamonchi y la sube a su picap. Luego ya no podrás ni hablarle al Neto porque es un cag...s;  sólo va a presumirte que se las puede de todas todas y tú no.

─¡Ya cállate, puras mensadas dices! Mejor me voy a ir caminando hasta mi casa.

─Al cantón güey, se dice cantón... ¡Ay sí, no te vaya a regañar tu jefa por llegar tarde. Mañana el Neto, o a lo mejor yo le vamos a llegar a la werita ya que no es tu jaina... Ese bato es un gandalla. ¡Hey, no te vayaaas!

─ ¡Ahí te ves, menso! ¡Espero mañana no andes con tus payasadas!

─Jajaja, que cura contigo!... Arre lulú... luego nos wachamos pues. ─en voz más bajita agregó al final: ─Uy, este bato no aguanta la carrilla.




martes, 21 de junio de 2016

El Árbol, Tú y Yo




Tú, con coloridas mariposas revoloteando por tu estómago.
Yo, con engorrosas hormigas escalando mis pies.
Sonreíste por tu alegoría cuando yo me mostré literal.

Tus sutiles manos tomando las mías fueron preludio del
frenesí de mil caricias.

Tú, querías impregnar un instante de amor
desde la raíz hasta las copas de las ramas.
Yo, quería tallar nuestros nombres sobre el
tronco; intento que la fortuna interrumpió con tus besos.

Pedías que aquella hora durase por toda la eternidad,
Yo, quería aprovechar el tiempo apurando mis ávidos labios
y mis manos anhelantes.

Tus ropas transpiraron el aroma del silente eucalipto,
dádiva crepuscular que anunció nuestra inminente despedida.

Las mías solo ansiaron aprisionar tu olor en un ósculo inmortal,
como bálsamo dulce y ubicuo que me acompañase la noche entera.

Me abrazaste con tal fuerza, consciente de lo incierto del mañana,
desencantada por aquella hora efímera e improlongable.

Yo, correspondí a tu cuerpo trémulo, queriendo grabarme
tus ojos ilusionados en el corazón del alma; ahí donde solo yo les
encuentre al transcurrir los años; que sean el tesoro más preciado,
que de tan grato sea imposible no evocarlo.

Héctor Buelna M.


martes, 14 de junio de 2016

Nostalgia Setentera




Cuando mis hermanos mayores no estaban en casa, la tele era para mi solito ─Por fin para mi─. Podía ver alegremente a Cepillín en su programa, y yo coreaba algunas de sus canciones; aprovechaba ya que pronto sería mi turno de asistir a la primaria. 

Un programa de la tarde me intrigaba, por ver a un bebé tan enorme metido en su caminadora, se trataba de Jenruchito, quien me divertía y a la vez me llenaba de curiosidad por ver a ese tipo grandulón imitando la voz de un pequeño que parecía no terminar por aprender a caminar nunca. Enrique Cuenca "Polivoz" era el actor.

Mi mamá directo de sinfonola escuchaba con deleite la hora de Pedro Infante. Con eso y no tanto con las películas fue que se me fueron quedando las melodías y letras de las canciones del astro de Guamuchil. ♪Te quiero así, así, así, porque el amor es bueno...♫.

En la calle era habitual escuchar "La Ramona", una canción jocosa que cantaba otro polivoz en su personaje de el Chachalaco (don Eduardo Manzano). Parte de su letra era ésta: 
"La Ramona se ha fugao con el hijo de cartero... Ramona te quiero.
Como no cabía en el tren se la lleva en un velero... Ramona te quiero. El velero se ha ido a pique por el exceso de peso... Ramona te quiero ♫".

Recuerdo que alguna vez pasaron unos hombres por el río e iban estos cantando sobre su canoa: "La cosecha de mujeres nunca se acaba ♪"... Yo memoricé lo que cantaban, bueno al menos lo más pegajoso, fui hacia mi nana Francisca (abuelita materna), con la parodia que se me acababa de ocurrir y le canté el estribillo: "La cosecha de mi nana nunca se acaba ♫ La cosecha de mi nana nunca se acaba♪. No sé porque razón me dio un fuerte regañadón cuando yo esperaba algún tipo de felicitación por mi osadía. Creo que algo no comprendí en ese momento y ella sí, sin embargo lo entendí poco tiempo después, pues tenía muchas tías (hermanas de mi mamá y eran ocho hijas en total de mi abuelita).

Pero tú canta niño, ve afinándote y deja la timidez que muy pronto tu papá te pedirá que le cantes repetidamente y completita la canción de Pedrito Fernández: "La de la mochila azul".

martes, 8 de marzo de 2016

Madre Celestial



Dormía abrazado a tus ropas, las últimas que usaste mientras vivías en casa. Quería sentir tu aroma, tu presencia y desechar cualquier idea de tu ausencia, por eso es que cada noche, tus postreras prendas se volvieron mi compañía.

No quería que mis lágrimas las humedecieran, ni que mis puños las estrujaran hacia mi sofocado e inconsolable pecho, las estrechaba con suavidad.

Encadenado a la pesadumbre, una larga temporada así transcurrió, hasta que resignado, aquellas ropas guardé, no para olvidar, solo para mitigar un poco el dolor.
Y aunque la tristeza se había mudado a mi habitación, te inventé un viaje, una nueva vacación, del cual volverías algún día, cuando quisieras, cuando me echaras de menos.
He deseado que me llevaras a ese viaje, con gusto me hubiese metido en tu maleta si cupiera dentro de ella.

No obstante, sería egoísta si te pidiera que volvieras ya, pues te prefiero rodeada de luz y en una amarilla rosaleda, tu color favorito. Porque te quiero inmensamente feliz, por eso mejor quédate allá, y te ruego me invites a verte cuando tenga que abandonar mi actual morada. 
Por el momento siento que muero de mil maneras por tu partida.

Porque sí muero... muero de ganas por oír tu voz, por besar tu sonrisa, por sentir tus labios pintando de carmesí mis mejillas, por oír tus pasos por los rincones de la casa... por tantas cosas que podría mencionar, pero sobre todo ¡por volverte a abrazar!


                    En memoria de mi querida Madre: Rosario

viernes, 19 de febrero de 2016

Maggie tiene miedo




Antes del anochecer con Maggie jugaba,
mirábamos las nubes mientras una melodía le canté, 
sobre un nuevo horizonte y un cielo más azul le platicaba
y que luego juntas, las estrellas podríamos contar.

¿Por qué en la noche siempre el mundo cambia?
Mis padres se ven inquietos y nerviosos cada vez que suena una fea alarma.
“El sonido del peligro” se dicen murmurando... no me quieren asustar
y es cuando el sótano, de pronto se convierte en un segundo hogar.

Maggie tiene miedo, yo la calmo con un beso y no la dejo de estrechar.
Es rutina, yo le digo, nada malo nos puede pasar.
Mi mamá fue por mi padre, pues se ha tardado en bajar
me indicó no me moviera, pero... los quiero ir a buscar.

El estruendo fue muy fuerte, tan fuerte que aquel ruido la luz apagó.
Pobre Maggie, ya no tiembles, que ya pronto saldrá el sol.

Mis brazos serán tu refugio, y con besos te confortaré.
Solo sueña y sigue soñando con vacaciones en primavera
que iremos con nuestros tíos a su cabaña de la pradera.

Hay algo que no te diré, que yo también estoy temblando,
pero mañana vendrán por nosotras y nuevos juegos te enseñaré.
Ya no llores, no estás sola, tan solo sígueme abrazando.


martes, 16 de febrero de 2016

Domitila y las Peras



En la espera él se quedó
¿las peras?, pocas llegaron.
Sus frascos para mermelada
ésta vez vacíos quedaron.

Desde aquí miro las tres restantes
y es que las lluvias se retrasaron,
pero que no se haga tontito
que él debió regar más ese arbolito.

Él me culpa por alumbrar casi al pie del peral,
dos tandas en los últimos cinco meses
primero fueron cuatro y ahora una quinteta,
de todos colores han salido mis gatitos.

Lucy y él dicen que no son mis amos
pero los quiero como si lo fueran.
Siempre me meten en una cálida caja
para protegerme de la lluvia y el viento.

Domitila me llaman todos,
la gata loca de la privada;
ése hetor así me nombró
por eso lo asedio por donde vaya.


lunes, 15 de febrero de 2016

La Inquietud de Tomasita

Nací cuando el verano ya se estaba despidiendo.
Domitila, mi madre, había anidado en un rincón del jardín,
expulsó nieve, fuego, plomo y brea aquella noche.

No pretendo confundirlos con lo que estoy diciendo,
nacimos los cuatro de colores diferentes,
"Tercia de machos y una hembra", dijeron al vernos.

El hetor no demoró en agarrar parejo repartiendo apodos.
Por mi negrura, él me "obsequió" el mote de Tomasita.
No me causó mucha gracia y me hice de oídos sordos.


Tres meses después mi hermano Little white fue adoptado
poco después fue el turno de Yellow one,
Dominic el gris fue el tercero en salir al mundo, pero yo...
Yo me quedé con mi madre y me convertí en su sombra.
Que por ser hembra y negrita no me pudieron colocar,
¿Qué tiene el mundo contra un minino con piel de pantera?

Y, entonces todo mundo me llamaba Tomasita.
Así fue por cinco meses hasta que...
Mi ama Lucy me dio caricias juguetonas una mañana y por fin,
por fin alguien abrió bien los ojos.

"Tomasita no lo es... es Tomás y nunca vimos bien",
Con sorpresa fue a dar el aviso, y nadie lo podía creer.
La confusión me había provocado cierto repudio hacia los humanos.
Pero el ámbar en mis pupilas hoy ya brilla de felicidad.

Ahora ya vivo jubiloso pues no solo me apodan Tommy
sino que sigo siendo querido y aceptado por mi madre
ella no sabe de prejuicios y no le importa lo que he crecido

Ahora soy el guardián de mis nuevos hermanitos
mientras ella va y pasea yo con gusto soy centinela...
Si alguna vez me miran, no lo olviden, soy el gato Tomasito.



jueves, 28 de enero de 2016

Alma Trovadora



Un niño de alma vieja y candorosa
Extrañado llora al escuchar una canción
Un sentimiento desconocido, aun no experimentado
Buscando con prisa arraigarse a su corazón.

Creció creyendo comprender sobre el amor
De tantas palabras melódicas que escuchó.
Mozalbete soñador, fácilmente enamoradizo
Canturrea creyendo posible, que sea ella la que apareció.

Su alma trovadora compone versos aun sin conocerla
Imagina sus ilusiones duplicadas a raíz del primer beso
sin suponer que las fantasías pudieran ser arrebatadas...

Utopías que mece el viento en las notas de aquel rezo
que las canta  a la luna y a la negrura del firmamento.
Si ha de conocer el amor, es posible que no salga ileso.