Ayer alojaba aflicciones, angustias, abandono,
atado, acatado al azar... agria antipatía absurda.
Antes alucinaba ánimas alteradas, agitadas
azorado aclamaba ayuda, ahuyentándolas airadamente:
¡Afuera aciagas arañas! ¡Adiós alocados anacoretas!
Adiós al ayer adverso.
Ahora átomos afables anidaron, anhelando amor
ahora asoman al alma adulta... "aniñadamente antigua".
Alma adicta a atardeceres ardorosos, arrebolados
adicta a anocheceres atiborrando astros apacibles.
Admirando alegremente al alba
abrazándote ante aromáticos amaneceres azules
asimismo, ante altivas auroras, alegres arcoiris
abundantes ambientes añiles...
árboles arrullados al aire ante aguaceros andariegos
(¿acaso ardid atmosférico?) acarreando arias apacibles.
Ahora, animoso, abierto al afecto,
así ambiciono atesorarte, aliado al amor
así aspiraré a adorarte, asociado al amor
abrigándote acariciaré alboradas
alboradas anunciando arrebatos
adonde amantes ansíen amartelarse.
© José Héctor Buelna
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